¡Por fin! Terminó el curso académico 2.012/2.013. Después de casi diez meses de duro camino y esfuerzo, con algún que otro tropezón momentáneo, los estudiantes pueden disfrutar de unas muy merecidas vacaciones estivales para deleitarse y utilizar el tiempo libre en actividades que les permitirán desconectar las neuronas y alejarse un poco de la rutina diaria del estudio. Ya se notaba cierto cansancio, desde los más pequeños de la casa hasta los universitarios, en las últimas semanas del curso, pero a partir de ahora, se podrán levantar un poco más tarde cada mañana y gandulear un poco, cosa que no viene mal...
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Desde aquí, desde EL CONTENEDOR NUCLEAR, queremos felicitar a todos aquellos que aprobaron todas las asignaturas y, por extensión, a aquellas familias que se han preocupado y apoyado a sus hijos en la difícil y compleja tarea de la formación. A los que no pudieron aprobar, les enviamos todo nuestro apoyo para que se esfuercen un poquito más y consigan el objetivo de superar las materias de estudio porque de esa forma podrían dar un paso adelante en su proceso formativo.
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Pero hay algo que no me gusta: la tijera de los recortes presupuestarios en la educación y formación de este país. Tenemos unos jóvenes que ilusionan, que lo están pasando mal porque no ven expectativas de futuro y, cuando protestan pidiendo una educación pública de calidad sin recortes presupuestarios, los llaman radicales, delincuentes, perroflautas y otros calificativos. Y mientras todo esto sucede, el gobierno de España sigue aplicando la receta impuesta por la denominada troika y haciendo uso totalitario de su mayoría absoluta en el gobierno para imponer una reforma educativa que permite la separación de sexos en las aulas, el fortalecimiento de la asignatura de Religión Católica e impedir que los hijos de las familias poco pudientes se queden sin progresar en los estudios. ¿Quiénes son realmente los radicales? Esto me hace recordar una historia que debería permanecer en la conciencia de todos los españoles.
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El 12 de octubre de 1.936, en los inicios de la Guerra Civil Española promovida por los conspiradores golpistas al mando del dictador Franco, generalísimo por la gracia de dios (y paseado bajo palio por el estamento eclesiástico durante su dictadura), el sedicioso creador de la Legión Española y general jefe de este cuerpo militar, Millán Astray, se encontraba en la Universidad de Salamanca interviniendo en un acto en conmemoración del descubrimiento de América y la expansión universal de la cultura hispánica. En su alocución, sus partidarios coreaban su intervención con el eslogan de la Legión: “Viva la muerte”. El entonces rector de la universidad, Don Miguel de Unamuno, no pudo contenerse y se dirigió al militar diciéndole que el levantamiento militar debía no sólo vencer, sino convencer y no creía que estuviesen capacitados para esta última tarea. Millán Astray, enfurecido, contestó: “¡Muera la inteligencia!”. ¿Paralelismos? Quizá…
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Cuando sea viejo quiero recibir una pensión digna porque para eso estoy cotizando y pagando impuestos. Es la rueda de la vida: hubo una generación que mantuvo a los ancianos, ahora mi generación mantiene a las personas de la tercera edad y otra generación tendrá que hacerse cargo de mi generación, de mí. Confío plenamente en los jóvenes que, a su vez, también llegarán a una edad en la que quieran vivir dignamente con una merecida pensión.
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Les deseamos un feliz verano.
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Y ahora, les dejo con el vídeo de las tribulaciones de Borja Mari.
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Se dice que las nuevas generaciones
serán difíciles de gobernar. Así lo espero.
Alain (3-4-1.868, 2-6-1.951), filósofo.