Con él no pudo una estaca clavada en el pecho ni tampoco la exposición directa al Sol. Tampoco pudo el ramillete de ajo, ni el agua bendita y tampoco el crucifijo. El gran camino de la vida es lo que acabó con él.
Adiós, Christopher Lee (27-5-1.922, 7-6-2.015).
“No hay vida en este cuerpo. Yo soy nada, sin vida, sin alma, odiado y temido, estoy muerto para todo el mundo. Escúchame, yo soy el monstruo al que los hombres vivos matarían. Yo soy Drácula.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario