¿Habéis contado cuantas manchitas tiene una mariquita? Y, ahora que hablamos de manchas, ¿creéis que hay mariquitas con una sola motita? ¡Pues sí! Ahora lo veréis.
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Había una vez una mariquita con una sola mancha. Las demás mariquitas no hacían más que mirarla por todos los lados para ver si encontraban otras manchas. Algunas mariquitas se reían de ella y le decían:
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- ¡Márchate de aquí! Eres diferente y no te queremos.
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Así pues, la mariquita herida y apesadumbrada, tuvo que emprender el vuelo hacia lo más profundo del bosque. Y allí, entre la hierba, se escondió avergonzada. En aquel lugar se encontraba un gusano que le preguntó:
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- ¿Qué te pasa, mariquita?
- ¡Oh, gusanito!, es que sólo tengo una motita y como soy distinta de las demás mariquitas, me han dicho que me fuera de su lado.
- Vaya, vaya… Pues yo te encuentro muy hermosa.
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Cerca del lugar, una hormiga muy atareada trajinaba con sus huevas y al ver llorar a la mariquita, le preguntó:
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- ¿Qué te pasa?
- ¡Oh, hormiguita, mi querida hormiguita! Es que sólo tengo una sola motita y como soy distinta a las demás mariquitas, me han dicho que me fuera de su lado.
- Vaya, vaya… Pues yo te encuentro muy hermosa.
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Animada por el gusano y la hormiga, la mariquita decidió volver a su casa e ir a visitar a la vieja mariquita, la más sabia de todas, que vivía en lo alto de un rosal, para preguntarle si realmente era distinta a las demás mariquitas. Decidida, trepó por el tallo del rosal mientras que las otras mariquitas la miraban con curiosidad e incluso algunas se burlaban de ella.
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Ya en lo alto, encontró a la vieja mariquita, la más sabia, sentada en el regazo de una rosa.
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- ¡Decidme, vieja mariquita! ¿Es cierto que soy distinta a los demás? ¿Soy realmente diferente?
- ¿Diferente? – respondió la vieja mariquita - ¡Todo el mundo es diferente! Por mucho que compares, no hay en la tierra dos mariquitas que sean iguales. Y, por cierto, tú eres muy bonita y tu única motita te embellece.
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Entonces, con sus patitas, alzó a la pequeña mariquita de una sola motita para que todas las demás mariquitas contemplaran su gran hermosura. Casi todas sus compañeras se acercaron para admirarla y decirle cosas bonitas referentes a su única motita. La otras mariquitas, aquellas que se habían burlado de ella, tuvieron que esconderse, avergonzadas, debajo de las hojas. Y lo cierto es que se sintieron simples y bobaliconas.
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Gracias a la vieja mariquita, las demás supieron que eran diferentes unas de otras. Y empezaron a volar por el bosque y a comparar sus motitas y se dieron cuenta, sorprendidas, de que ninguna de ellas era exactamente igual a otra. De esta manera, las mariquitas comprendieron que todos somos diferentes, especiales y únicos.
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Y tú, ¿eres realmente diferente?
Autora: © Evelien Van Dort.
Ilustraciones: © Gerda Westerink.
Ellos se ríen de mí por ser diferente,
yo me río de todos por ser iguales.
Kurt Cobain, músico (20-2-1.967, 5-4-1.994)